La hipertrigliceridemia se caracteriza por el aumento de los triglicéridos en la sangre por encima de 150 miligramos por cada decilitro (mg/dl). Los triglicéridos son un tipo de grasas absorbidas en el intestino a partir del consumo de ciertos alimentos con grasa, independientemente del tipo, saturadas o insaturadas; aunque también son producidos en el hígado por el propio organismo. A partir de los 50 años la hipertrigliceridemia se debe considerar un factor de riesgo cardiovascular importante, sobre todo si está acompañada de los bajos niveles de colesterol bueno (HDL, que en español significa lípidos de alta densidad)
El origen puede ser genético, lo que afectará a varios miembros de una misma familia y/o inducido por hábitos de alimentación y de vida poco saludables. A menudo, su aparición es secundaria a otras situaciones como obesidad, diabetes, y cifras de colesterol bueno (HDL) disminuidas.
En diversos estudios se ha encontrado que existe una estrecha relación entre las concentraciones en sangre de triglicéridos y el peso. De ahí que sean las personas con obesidad quienes tienen mayores niveles de triglicéridos
Para el diseño de la dieta debe considerarse que la síntesis de triglicéridos esta determinada por la ingesta total de grasas, y la formación de de triglicéridos en el hígado depende del total de calorías de la dieta y del total de las grasas. Por lo tanto, adecuar el aporte calórico a las necesidades de la persona y controlar la cantidad de grasa total favorecerá el control de esta situación.
Por otra parte, la obesidad, el consumo de alcohol y la ingesta excesiva de azúcares simples suelen precipitar la hipertrigliceridemia, por lo que deberá aplicarse una dieta para reducir el peso en caso de sobrepeso u obesidad, suprimir el alcohol y reducir los azúcares simples. Si el nivel de triglicéridos es elevado secundariamente a otras enfermedades, el tratamiento debe ir dirigido en primer lugar a controlar los procesos de base.