El colesterol es un tipo de grasa que produce el hígado, necesaria para regular varias funciones orgánicas. En el organismo, el colesterol se transporta unido a unas proteínas llamadas lipoproteínas. Si el colesterol que circula por la sangre está elevado (por encima de 200 mg/dl), el diagnóstico es hipercolesterolemia. Este trastorno puede tener origen hereditario (las personas pueden tener el colesterol elevado desde edades muy tempranas), y su desarrollo también puede estar favorecido por una alimentación poco saludable o demasiado calórica que conduce a sobrepeso u obesidad. Una dieta rica en grasa saturada puede favorecer la aparición y desarrollo de hipercolesterolemia, por la capacidad que tiene este tipo de grasa de elevar los niveles de colesterol en sangre.

El ritmo actual de tu vida y el estrés cotidiano han transformado los hábitos de alimentación. La falta de tiempo ha inclinado a las familias a adoptar nuevas formas de cocina que no siempre son las más saludables: se abusa de la comida rápida y los alimentos precocidos. Los médicos resaltan la importancia de retomar en la vida diaria la dieta de tipo mediterránea, que se define como aquella dieta baja en grasas animales, rica en frutas, verduras y hortalizas y llena de productos con sustancias verdaderamente cardio protectoras.

Definen que la clave para lograr una cocina cardiosaludable es convencerse que comer sano es sencillo, barato y, sobre todo, muy atractivo para el paladar.

El tratamiento dietético implica, en caso de sobrepeso u obesidad, alcanzar un peso saludable a través de la educación de la alimentación a las características de la persona. En la dieta además del ajuste calórico se ha de controlar la calidad de la grasa, reduciendo el aporte de alimentos ricos en colesterol y en mayor medida de grasa saturada. La grasa poliinsaturada, en especial del tipo omega 3, presente en la grasa de los pescados, a diferencia de las saturadas posee un efecto protector puesto que disminuye la viscosidad de la sangre, reduciendo así el riesgo de la formación de trombos. La grasa monoinsaturada, cuyo principal representante es el aceite de oliva, posee también un efecto beneficioso al aumentar el colesterol “bueno” (HDL-c) y evitar la oxidación del colesterol malo (LDL-c). También se sabe que la fibra que contienen ciertos alimentos (frutas, legumbres) tienen la facultad de captar ciertas sustancias a nivel intestinal e impedir su absorción, entre ellas el colesterol y las grasas.

Por otro lado, puesto que la hipercolesterolemia es un factor de riesgo asociado para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, es necesario plantearse la eliminación de hábitos nocivos como el consumo de tabaco, que suponen un riesgo añadido en la aparición de dichas enfermedades, y en caso de hipertensión arterial, el control de ésta.

FUENTE: NUTRICIÓN Y PREVENCIÓN CARDIOVASCULAR, CASTILLO MARTÍNEZ LILIA Y OREA TEJEDA ARTURO

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