Cuando una persona con diabetes cuida sus niveles de azúcar en la sangre, recibe numerosos beneficios como son el bienestar físico, mental, social y emocional.
Para que un paciente logre este control, del que estamos hablando, es necesario que realice ciertas acciones determinantes e incluye el monitoreo constante de su glucosa, alimentación balanceada, 30 minutos de caminata o ejercicio cardiovascular diariamente, cumplir con su tratamiento y visitar frecuentemente a su médico y demás profesionales corresponsables.
Como un efecto dominó, con estas medidas se obtiene un resultado tranquilizante: aumento del ánimo, mejora en la autoestima del paciente y en general una sensación de satisfacción que mejorará la relación con su familia, quienes se sentirán motivados y el compromiso con la salud de su familiar será aún mayor.
Finalmente, mantener su padecimiento en control requiere constancia, dedicación, esfuerzo y algunos cambios en sus hábitos; sin embargo, los beneficios que aporta a la salud, el ahorro en gastos por complicaciones y la mejora en sus emociones son indudablemente superiores.