La diálisis es un procedimiento que permite sustituir las funciones del riñón. Existen dos tipos de diálisis: la diálisis peritoneal y la hemodiálisis. En esta ocasión sólo trataremos la diálisis peritoneal.
La diálisis peritoneal emplea como filtro el peritoneo del paciente, éste es la membrana que recubre los órganos de la cavidad abdominal. Para realizar este tipo de diálisis se tiene que colocar un catéter en el peritoneo, para permitir la administración de un líquido llamado dializado en la cavidad abdominal. Esta solución sirve para arrastrar el exceso de urea, creatinina y potasio. Estas sustancias son eliminadas cuando la solución es extraída del abdomen. La diálisis peritoneal se realiza diariamente y puede llevarse a cabo en el domicilio de la persona que lo requiere.
Una opción de tratamiento más común es la diálisis peritoneal cíclica continua. Durante este procedimiento una máquina automáticamente llena y drena el dializado desde el abdomen del paciente. Este proceso dura alrededor de 10 a 12 horas y se realiza generalmente en la noche, mientras el paciente duerme.
Otra opción es un tratamiento no mecánico llamado diálisis peritoneal ambulatorio continuo, éste ofrece movilidad total y se puede utilizar en casa, en el trabajo o mientras viaja. Por lo general implica cuatro intercambios cortos (media hora) al día.
Para evitar el daño en el riñón es importante alcanzar las metas de control de glucosa, hemoglobina glucosilada y presión arterial. Para detectar etapas tempranas de la nefropatía se debe medir la microalbuminuria cada año.
La continúa visita al médico, el apego al tratamiento y las indicaciones junto con una vida sana ayudan a mantener bajo control a las complicaciones.